Es conocido el mito en el cual Dédalo, antes de dejar Creta, entrega un ovillo a Ariadna. Ella cede el mismo ovillo a Teseo para que se orientara en el laberinto y así, después de encontrar y matar al Minotauro, enrollara el hilo en ovillo para poder salir. Esta referencia mitológica no insinúa ninguna gesta heroica, salvadora y masculinista, pese a que “enrollar señala el acto de esgrimir un arma en una trayectoria curvilínea para herir al adversario” (Ingold, 2021, p. 184). Sin embargo, en la presente instalación, los hilos, los ovillos, los enrollos y el enredo son la figuración material de la [des]orientación que, como procesos de desconocimiento y discontinuidad, emergen de nuestras trayectorias de investigación. Siguiendo esta apertura, la instalación intenta ir más allá del significado de lo simbólico para apelar al sentido evocativo de las pequeñas historias, los fragmentos, las especulaciones y la ficción. Una invitación a preguntarnos cómo nos vamos transformamos a través de “pensar-con, es decir, devenir-con” (Haraway, 2019, p. 64), sin dejar de reconocer con ello, la existencia de paradojas, incertezas, dudas e interrogantes que quedan sin responder, pero que complejizan una relación pasado-presente-futura que posibilita la “creación de conocimientos situados, materiales, interconectados, procesales y afirmativos” (Ulmer, 2019, p. 836). Por tanto, con una maleta que abre el sentido de trayectoria, emergen los enrollos, ovillos, hilos y enredos que reelaboran una trama de acontecimientos, encuentros, acciones, relaciones y afectos [la capacidad de afectar y ser afectados] (Massumi, 2002). Una instalación material de múltiples capas que pone en relación los aspectos fluidos de la investigación a la hora de corresponder con una diversidad de elementos humanos, no-humanos y más-que-humanos. Un compromiso de respons- habilidad (Haraway, 2019) para con aquellas agencias co-constitutivas del dinámico ensamblaje de la educación de las artes y del patrimonio en la universidad.