La teoría de la Educación se presenta en muchas ocasiones como una teoría abstracta y alejada de la realidad educativa. Su desarrollo es estático, sin conexiones con una praxis educativa transformadora y propositiva. En este texto pretendemos tomar de la Educación Artística tres nociones que pueden ayudar a la reflexión sobre la Educación a dinamizar sus procesos reflexivos y conectarlos con una praxis transformativa. Estas nociones son la experiencia, la imaginación y la emancipación. La experiencia se puede entender como toma de conciencia a través de procesos de intercambio con el entorno físico y social (Dewey, 1934; 1958) que nos lleva a un incremento de agencia en los procesos de autotransformación y transformación social. Es aquí donde interviene la imaginación, que crea un espacio de posibilidades donde se puede experimentar aquello que podría ser y ensayar soluciones alternativas a los problemas sociales y educativos de hoy. La imaginación permite redefinir conceptos educativos a través de la emergencia de experiencias no visibles, de caminos poco transitados o de espacios vacíos donde crear nuevas situaciones educativas. Una imaginación liberada (Greene, 2005) permite la creación y la autogestión de espacios de expresión y creación de relaciones inadvertidas y paradójicas donde abrir aprendizajes imprevisibles (Ellsworth 2005) que se expanden más allá de lo conocido. A través del aprendizaje imaginativo, la experiencia se enfoca hacia la emancipación, que no se conforma con un consumo de interacciones, sino que camina propositivamente hacia una reconstrucción personal y social (Rancière, 2011). Con ello dinamizamos la educación desde pedagogías artísticas y emancipadoras (Garcés et al., 2022), que a través de la imaginación y la creación aportan a la teoría de la educación una relectura de sí misma y una agencia creativa que diseñe nuevas formas de redimensionar la realidad del entorno educativo.