La sociedad demanda que los estudiantes estén preparados para la gestión del conocimiento y la resolución de problemas de manera creativa. Las aulas universitarias son el espacio idóneo para involucrar al alumnado en experiencias de reflexión y aprendizaje. Por ello, el profesorado debe redescubrir nuevas formas de conducir sus clases para garantizar el aprendizaje pero también la complicidad con el alumnado. La utilización de las rutinas de pensamiento mejoran las interacciones y la aceptación de nuevas ideas ya que tanto los docentes como los discentes deben asumir un rol crítico y activo, suscitando una motivación intrínseca basada en el interés y la curiosidad. Además, las rutinas forman parte de un modelo didáctico donde el alumnado debe aprender a manejar información, filtrarla, codificarla, categorizarla, evaluarla, comprenderla y utilizarla. Dentro del aprendizaje de la educación artística, estas pautas de trabajo se sustenta en el uso de la imagen como detonante para que el alumnado, de manera individua o colectiva, inicien, discutan y gestionen sus pensamientos, a la vez que descubren nuevos modelos de conducta que les permitan utilizar la mente para generar nuevas reflexiones y razonamientos. Como conclusiones, debemos destacar que, gracias al uso de las rutinas hemos aumentado la presencia del análisis de la imagen y de la cultura visual en nuestras clases. Su uso ha permitido una herramienta útil y motivante para el alumnado. Les ha ayudado a compartir sus pensamientos y sentimientos. Es una forma sencilla de poner en orden la mente y generar una conexión emocional con los contenidos trabajados en el área. Con esta herramienta didáctica se logra que el alumnado comprenda la importancia de gestionar el conocimiento para resolver situaciones de forma crítica y creativa y no ser meros reproductores de información.