Tras más de una década desde que se implantó el máster de formación del profesorado de secundaria en la Universidad del País Vasco (2010/11), ya hemos formado a unos 400 profesionales de la educación de las artes visuales en sintonía con las necesidades de los y las adolescentes de la 2º década del siglo XXI.

Durante este tiempo hemos estado trabajando bajo dos propuestas curriculares; la última acaba de entrar en vigor sin considerar las enmiendas que hicimos desde la plataforma #educaciónNoSinArtes (al Ministerio de Educación y Formación profesional, febrero 2020) o a las recomendaciones que ofrecimos en comparecencia ante el grupo de trabajo de Educación del Parlamento Vasco (Julio 2022). Si bien es cierto que, en el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, con competencias educativas, las directrices para nuestro ámbito vienen recogiendo lo indicado por las propuestas reconstruccionistas (Clark, 1999); considerando y relacionando diversas manifestaciones culturales de la cultura visual, proponiendo trabajar la parte productiva pero también la interpretativa, el trabajo por proyectos…etc. Incluso en la última reforma se nos insta a la interdisciplinariedad.

Así es que nuestro alumnado se viene formando con las propuestas más innovadoras y las experimenta tanto en sus prácticums como en sus trabajos finales de grado.

Sin embargo, año tras año, el alumnado novel que empieza esta formación, así como los de los grados de Arte o Educación, al ser preguntado sobre cómo ha sido su educación artística en secundaria, nos comparten, mayoritariamente, que ha sido de lo más convencional y pobre. Ante esta paradoja convendría que desde la academia nos revisemos y busquemos los modos de revertirla.