La propuesta presentada es una evocación audiovisual, que lleva a pensar por un lado en la conciencia de evolución y la aceptación de las sombras propias, las cuales personifican al tiempo todas las ‘yo’ bidimensionales contenidas en la ‘una total’ y tridimensional. La aplicación a la educación plástica enlaza de modo directo con la realidad a la que nos enfrentamos, no solo por la diversidad de caminos desde los que acercarse a la totalidad de la materia, también por los retos de lenguajes bidimensionales y virtuales, que, desde un punto de vista personal, no deben alejarse nunca de su realidad tridimensional y matérica a la que referencian (nos quedaríamos con las sombras de Platón). La creación y recreación debe acercarnos al menos a nuestra realidad tridimensional, matérica y viva por sí misma. Esta visión nos sirve para llegar a la conciencia de que,
si hay sombra, hay objeto; y que esa sombra es solo una proyección parcial y plana de algo más complejo, tal y como se comprende a través de la fenomenología de la percepción de Merleau-Ponty.
Comprender los lenguajes visuales y plásticos se está convirtiendo en algo esencial, ya que de no comprender que las sombras son parte de lo real; pero no lo real; la deshumanización acelerada a la que las redes y la virtualidad están llevando a nuestros jóvenes terminará haciéndoles creer que las sombras son independientes de objeto, que no hay nada real tras lo virtual.
Terminando con el primer planteamiento, reconectar con la conciencia de que la creación lo es por sí misma, siendo a la vez recreación y reflejo tentativo de la comprensión de una realidad existente; aunque nunca totalmente cognoscible; nos puede reconciliar con el mundo, con la conciencia de que no estamos solos, somos observadores, creadores, seres humanos y vivos.